-No te veo llorando -dijo la Maga-. Para vos sería como un desperdicio.
-Alguna vez he llorado.
-De rabia, solamente. Vos no sabés llorar, Horacio, es una de las cosas que no sabés.
Oliveira atrajo a la Maga y la sentó en las rodillas. Pensó que el olor de la Maga, de la nuca de la Maga, lo entristecía. Ese mismo olor que antes... "Buscar a través de", pensó confusamente.
"Sí, es una de las cosas que no sé hacer, eso y llorar y compadecerme."
-Nunca nos quisimos -le dijo besándola en el pelo.
-No hablés por mí -dijo la Maga cerrando los ojos-. Vos no podés saber si yo te quiero o no. Ni siquiera eso podés saber.
-¿Tan ciego me crees?
-Al contrario, te haría tanto bien quedarte un poco ciego.
-Ah, sí, el tacto que reemplaza las definiciones, el instinto que va más allá de la inteligencia. la vía mágica, la noche oscura del alma.
-Te haría bien -se obstinó la Maga como cada vez que no entendía y quería disimularlo.
-Mirá, con lo que tengo me basta para saber que cada uno puede irse por su lado. Yo creo que necesito estar solo, Lucía; realmente no sé que voy a hacer. A vos y a Rocamadour, que me parece que se está despertando, les hago la injusticia de tratarlos mal y no quiero que siga.
-Por mí y por Rocamadour no te tenés que preocupar.
-No me preocupo pero andamos los tres enredándonos en los tobillos del otro, es incómodo y antiestético. Yo no seré lo bastante ciego, querida, pero el nervio óptico me alcanza para ver que vos te vas a arreglar perfectamente sin mí. Ninguna amiga mía se ha suicidado hasta ahora, aunque mi orgullo sangre al decirlo.
-Si, Horacio.
-De manera que si consigo reunir suficiente heroísmo para plantarte esta misma noche o mañana, aquí no ha pasado nada.
-Nada -dijo la Maga.
-Vos le llevarás de nuevo tu chico a madame Irène, y volverás a París a seguir tu vida.
-Eso.
-Irás mucho al cine, seguirás leyendo novelas, te pasearás con riesgo de tu vida en los peores barrios y a las peores horas.
-Todo eso.
-Encontrarás muchísimas cosas extrañas en la calle, las traerás, fabricarás objetos. Wong te enseñará juegos malabares y Ossip te seguirá a dos metros de distancia, con las manos juntas y una actitud de humilde reverencia.
-Por favor, Horacio -dijo la Maga, abrazándose a él y escondiendo la cara.
-Por supuesto que nos encontraremos mágicamente en los sitios más extraños, como aquella noche en la Bastille, te acordás.
-En la rue Daval.
-Yo estaba bastante borracho y vos apareciste en la esquina y nos quedamos mirándonos como idiotas.
LA HABITACIÓN ROJA / CREAR
Hace 1 mes
2 bancos de niebla:
...interesante y bonito
un beso! :)
el libro engantxa poco a poco, eh?
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