Y llegaste tú

A veces llega a tu mundo alguien que quizá va a ser lo que menos te esperas en ese momento y ese alguien poco a poco, despacio, casi sin que te des cuenta se puede ir convirtiendo en alguien muy importante para tí.
Y, al pricipio, te niegas a tí misma que sea así, primero por lo inoportuno del momento, después por miedo a implicarte en algo que puede que quede en nada y con ello abrir la veda a que te puedan hacer daño, sí, también aparece el egoísmo por ahí, porque va de la mano con el miedo a lo que te juegas si decides arriesgarte a ir más allá, pero cuando intentas poner distancia, ya no física, sino de alguna manera cortar esa increíble química que casi desde el primer día sabes que está ahí entre tú y él, te das cuenta que no puedes, que aunque lo hagas, él siempre va a aparecer en tu cabeza, o te van a hablar, aunque sea de algo de lo más trivial, sobre él y a tí esa tontería de oir su nombre ya te habrá alegrado el día, y vas cayendo en la cuenta de que no puedes, no... pero lo más importante de todo es que tampoco quieres...
Y es entonces cuando decides dar un giro a tu vida y un giro no de 180º, un giro infinito, un giro radical que casi casi se convierte en un tornado que lo revoluciona todo.
Y sí, eso asusta mucho, pero ya estoy cansada de repetir siempre por aquí que me sentía como una cobarde por no atreverme a dar el paso hace tiempo, pero es que quizá hace tiempo no era el momento, ahora sí, ahora somos dos, dos que están muy cerca de empezar algo en lo que los dos creen. Ahora SÍ.

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